viernes, 12 de agosto de 2016

636

Este es un relato random. De echo, es tan random que el título que lleva no tiene ningún sentido evidente, es simplemente el nombre rápido que le puse a la nota en la que apunté la idea de este escrito que os traigo (aunque la verdad es que lo de tener un número por título me gusta bastante).
Os digo esto porque, aunque al final me ha quedado algo bastante más decente de lo que esperaba, no tiene una historia ni contexto demasiado desarrollado detrás, así que es lógico que parezca precipitado o desconectado.
Espero que os guste.


El olor a humo la molestaba, pero tras varios minutos de espera comenzaba a tolerarlo.
Echó un vistazo al bar que Diana había escogido para encontrarse: el lugar era oscuro y desagradable y, aunque por lo menos aliviaba el frío que hacía en la calle, Molly no recordaba haber estado jamás en un local tan sucio.
Con las manos apoyadas sobre la mesa, estudió las mangas de su jersey: era de punto blanco, cosido años atrás. Pasó la mano por la tela admirando su suavidad, y entonces se hizo visible la correa floreada de su reloj.
Suspiró. Con sólo verla resultaba evidente que no concordaba con aquel sitio, y quizá tampoco lo hiciera con la nueva Diana.
Ella apareció por la puerta en el mismo instante en el que comenzaba a sonar una nueva canción. Al principio le costó un poco reconocerla pero aquel largo cabello cobrizo, que brillaba como ascuas bajo la luz, era inconfundible.
Pero esa mujer no se parecía a la niña que solía jugar con ella en el parque: el sonido de sus pasos seguros retumbaba en el local gracias a los tacones de sus botas, tan negras como la cazadora de cuero que hacía aún más notable el color de su pelo; Molly percibió el largo de sus piernas, envueltas en unos ajustados pantalones vaqueros que la hacían ver formal en aquel tugurio.
Diana se detuvo frente a ella y, aunque finalmente esbozó una agradable sonrisa, Molly observó la reserva en su mirada.
- Me alegro de verte después de tanto tiempo – se sentó en el asiento frente a ella –. No has cambiado demasiado.
- Tú, en cambio, estás muy diferente.
- Ya, bueno, es lo que hay – Diana rascó distraídamente una mancha reseca de la mesa –. ¿Cuál es ese asunto por el que me has llamado?
A Molly le sorprendió aquella actitud tan directa, y apenada entendió que su compañera no se encontraba allí para recuperar viejas amistades.
- Es por un amigo.
- ¿Un amigo?
Se revolvió incómoda en su asiento, dudando sobre cómo continuar.
- Sí, un vecino mío. Se ha metido en un lío.
- ¿De qué tipo?
- Está encarcelado, pero es inocente.
- ¿De qué delito?
Molly calló, acobardada de pronto. Trató de reunir valor para contestar, pero todavía tardó un rato en volver a hablar, con la mirada fija en sus manos.
- Violación.
Se produjo un tenso silencio después, pero fue incapaz de levantar la vista hacia Diana.
- Absolver a alguien de un delito así es tan grave como acusarle de ello – la voz de la mujer sonó grave de pronto y Molly la miró a los ojos, cuya mirada se había vuelto seria y dura –. ¿Tiene pruebas?
- Yo… no. Pero él es bueno, jamás haría algo parecido.
Diana se acercó a ella de improviso, las finas manos firmemente apoyadas sobre la mesa.
- Escúchame. En todos estos años he conocido lo peor del ser humano: los peores sueños, los peores actos, escenas tan horribles que parecen mentira. No existen hombres buenos, eso es una ilusión creada por aquellos ciegos ante la realidad, y no deberías confiar en cualquiera que diga ser encantador. No voy a ayudarte, Molly, al menos que hayas conseguido alguna prueba que me convenza de que tu vecino no merece estar donde está.
- Pero, Diana.
- No tengo más que hablar – el tono de su voz reflejaba una velada advertencia, pero Molly no podía hacerla caso.
- Por favor…
- He dicho que no – Diana se levantó con agilidad, ni siquiera había llegado a quitarse la chaqueta –. Me voy. Si consigues alguna prueba decente, vuelve a llamarme.
Sin decir nada más, se volvió y se dirigió hacia la puerta, que al abrirse dejó pasar a local parte del frío y la extraña humedad de la niebla del exterior.

Molly observó apesadumbrada el lugar por el que había desaparecido su antigua amiga, jugueteando con los puños de su jersey. Tras unos minutos, reparó en el aroma silvestre que Diana había dejado tras de sí, ocultando por completo el olor a humo.

4 comentarios:

  1. ¡ME ENCANTA! y me encanta aún más la gente que se anima a publicar lo que escribe (yo soy también una de esta escritoras aficionadas) en serio, no lo dejes. Un besazo encanto :)

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    1. Seguro que eres fantástica :D
      Muchas gracias :) La verdad es que llevo tanto tiempo publicándolo que ya la palabra no es "animar" xD
      Me alegro de que te haya gustado y mil gracias por los ánimos ^-^
      Un beso :3

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  2. Vaya. Es raro, pero me ha gustado mucho (menuda novedad, ¿eh? xD)
    ¡Un besazo!

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    1. Jajajajaja muchas gracias, me alegro ^^
      Algún día llegará la novedad, fijo. xD
      Un beso :)

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